
Una de las frases más utilizadas en la investigación ecológica, así como en la gestión y conservación del medio ambiente, es “biodiversidad”, que se utilizó originalmente hace aproximadamente tres décadas como una derivación de “diversidad biológica”. Sin embargo, hay diferencias significativas en su definición específica y en la forma de entender la noción entre las disciplinas y dentro de ellas.
Según las definiciones de la biodiversidad, ésta incluye “. la variabilidad entre los organismos vivos de todas las fuentes, incluidos, entre otros, los ecosistemas terrestres, marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; esto incluye la diversidad dentro de las especies, entre las especies y de los ecosistemas”.
En el entorno marítimo, todas las formas vivas, incluido el entorno que ocupan, están incluidas en las cualidades esenciales de la biodiversidad, que abarcan escalas que van desde los genes y las especies hasta ecosistemas enteros. El término “biodiversidad” puede utilizarse para referirse a una característica abstracta agregada de los componentes del ecosistema que puede relacionarse con la estructura o la función de la comunidad, donde la estructura se refiere al sistema en un momento dado y el funcionamiento se refiere a los procesos de la tasa.
Las diferentes formas de vida marina, que van desde el procariota más pequeño hasta el animal más grande y que viven en algunos de los entornos más duros, sirven como representación del componente estructural. La diversidad de estos organismos es probablemente mayor que la de los hábitats terrestres. Las relaciones entre estos organismos marinos y los entornos en los que viven representan el aspecto funcional, que se define en términos de tasas de procesos ecológicos. Estos procesos incluyen, entre otros, los procesos fisiológicos, las relaciones depredador-presa, las redes tróficas, la competencia y el reparto de recursos.
Algunos de los servicios ecosistémicos más significativos, como el suministro de oxígeno, el secuestro de CO2 y la reminiscencia de nutrientes, están incluidos en estas funciones, que varían en el tiempo y el espacio. Los sistemas marinos sanos se definen y mantienen gracias a los componentes estructurales y funcionales que contribuyen a la biodiversidad.
La ecología marina se compone esencialmente de tres procesos interconectados. En primer lugar, el sistema físico-químico crea un conjunto de nichos fundamentales (normalmente la columna de agua y el sustrato), y estos nichos son colonizados por los organismos en función de sus tolerancias ambientales; estas relaciones entre el medio ambiente y la biología pueden utilizarse para describir este proceso. En segundo lugar, las relaciones entre las criaturas se basan en la biología, como las interacciones entre depredadores y presas, la competencia, el reclutamiento, la alimentación y el mutualismo. En tercer lugar, la ecología resultante, que puede denominarse conexiones biológico-ambientales, tiene la capacidad de cerrar el ciclo con bucles de retroalimentación y alterar el sistema físico-químico mediante la bioturbación, como la eliminación o alteración del espacio o los materiales. Los impactos antropogénicos se superponen a estos tres sistemas, lo que hace que los sistemas se desequilibren.