NEUROCIENCIA Y EDUCACIÓN

Desde antes de nuestro nacimiento, nuestro cerebro comienza a recibir múltiples señales que se encargan de modular e individualizar, una organización interna que viene dada por instrucciones construidas durante millones de años, a través de un proceso de evolución que inició con el origen de las primeras células.

Durante nuestra vida uterina, vivimos en un ambiente protegido y resguardado de la mayoría de los estímulos externos, que son filtrados y amortiguados por la protección materna, que como una barrera de defensa, a través de la placenta, filtra los componentes bioquímicos que entran y salen de nuestro cuerpo en formación. Al mismo tiempo, este sistema también protege a la madre, cuyo cuerpo sufre la extraña condición de estar haciendo crecer dentro sí, un extraño sistema de tejidos, inmunológicamente distinto del propio, y que a través de la barrera que permite la placenta, evita que sea rechazado y expulsado como un tumor.

No todos los mamíferos poseemos esta ventaja. Los marsupiales, por ejemplo, canguros, koalas, el demonio de Tasmania, y las zarigüeyas, no desarrollan placenta, y las crías en formación deben completar gran parte de su desarrollo fuera del cuerpo materno, en el marsupio o bolsa marsupial.

Los mamíferos vivos más primitivos, ponen huevos (el ornitorrinco y el equidna), por lo que, al igual que reptiles, anfibios y peces, no tienen ningún problema ya que todo el desarrollo de los nuevos organismos se desarrolla fuera del cuerpo de las madres.

No da lo mismo, entonces, nacer un poco antes o después. En nuestra vida humana, lo más cercano a este fenómeno sería el nacimiento prematuro, que obliga a mantener a las criaturas en un ambiente artificial para este efecto (una incubadora), hasta que se cumpla el periodo normal de desarrollo y crecimiento uterino.

Aun así, comparados con otros animales, los seres humanos llegamos al mundo en condiciones bastante endebles y, por varios años, dependemos del cuidado externo que nos brindan nuestra madre y, cuando está presente, el apoyo familiar.

Cada una de estas diferencias individuales, configuran en la estructura y organización del sistema nervioso y del cerebro, desde la más temprana infancia. Es por esto que no es irrelevante su conocimiento, ya que siempre es posible actuar, de manera preventiva y propositiva, durante este importante periodo de desarrollo del cerebro, que, aunque les parezca sorprendente, termina de madurar y configurarse como un cerebro adulto, ¡entre los 20 y los 25 años de edad!

Las últimas áreas del cerebro que llegan a la etapa de madurez, son las regiones frontales o prefrontales, aquella parte del cerebro que se encuentran debajo de nuestra frente, por sobre las órbitas  de los ojos.

¿Y de qué se encargan estas áreas, más específicamente?  Estas regiones del cerebro están involucradas en la planificación, la visión de futuro, el análisis prospectivo, y la toma de decisiones, es decir, los elementos finales qua aseguran que toda la estructura cerebral pueda operar adecuadamente en un contexto social en donde cada uno de nuestros pensamientos, dichos, y acciones, traen consecuencias inmediatas y futuras sobre nuestro entorno, sea este estrictamente humano, o si involucra al resto del ambiente y su biodiversidad contenida.

Todo esto nos dice lo importante que son los procesos de aprendizaje, la enseñanza recibida, y la educación en general, como una estrategia global de apoyo a estos mecanismos de maduración que dependen de manera fundamental, de la historia de interacciones que hemos tenido durante nuestras vidas, y de las consecuencias que éstas han provocado en nuestra experiencia.

Con todo, el cerebro sigue aprendiendo. Hasta avanzada edad las conexiones neuronales conservan cierto grado de plasticidad, que puede ser potenciado y mantenido con la estimulación y el ejercicio adecuado.

Al nacer, nuestro cerebro posee muchas más neuronas y conexiones neuronales que las que llegamos a tener en nuestra etapa adulta. El proceso de desarrollo consiste más bien en podar, recortar, y reorganizar el sistema de conexiones cerebrales, conservando aquello que es más relevante, o aquello que ha sido más requerido para nuestra sobrevivencia. Esto nos da a entender entonces, que todos los cerebros son, necesariamente, diferentes, y que las capacidades o habilidad que podamos llegar a tener, dependen de manera central de la historia de encuentros que nuestros cerebros han tenido con el ambiente.

Es por esto que se hace tan importante el modo en que se estructuran los procesos educativos, cada método, cada idea plasmada en una manera de enseñar, trae determinadas consecuencias, abre algunas puertas y puede cerrar (o dejar entreabiertas) otras.

A lo largo de la historia, se han desarrollado diversos métodos o propuestas educativas que se han ido poniendo a prueba en la medida que se han implementado y obtenido resultados. Algunos se han conservado casi igual a como fueron propuestos mientras que otros se han ido ajustando a los tiempos cambiantes y a las nuevas generaciones. Algunos han sido ensalzados y otros demonizados. En este respecto, no ha sido muy distinto del destino que corren muchas de las tendencias o corrientes culturales y sociales que se desarrollan con el tiempo.

Hoy en día, se hace evidente que los cambios que la tecnología ha traído consigo durante las últimas dos décadas, nos posicionan frente a un nuevo panorama, frente al cual no es posible cerrar la vista o hacer oídos sordos. Las generaciones actuales han nacido con estos cambios como parte integral de su existencia y no han tenido la oportunidad de evaluar el cambio que ´estos han tenido sobre la sociedad actual. Para ellos es un cambio que ya está dado.

Las tecnologías de la comunicación audiovisual, y la inteligencia artificial, han superado con mucho las primeras definiciones que se hicieron al respecto cuando apareció la denominación de las TICs, un término que reunía, hasta ese momento, a las tecnologías de la información y la comunicación.

Si bien el término sigue siendo válido, ha excedido grandemente lasa expectativas que se pudieron tener 20 años atrás respecto de su desarrollo.

En este contexto actualizado, el cerebro de niñas, niños, jóvenes y adultos, sigue siendo sometido a los estímulos de la época. Esta vez, con bastante menos conocimiento que el que se tenía antes, dada la velocidad de los cambios, hoy es difícil prever las consecuencias que una determinada pueda tener en el mediano o largo plazo. Así como resulta difícil prever el impacto que un determinado tipo de alimentación o consumo (de medios) pueda llegar a tener en el cerebro y la mente de las personas que se enfrentan por primera vez o de manera recurrente, a estas nuevas interacciones.

En todos estos procesos educativos, sigue participando el sistema nervioso y el  cerebro de quienes nos exponemos a estas nuevas tecnologías y a este nuevo tipo de consumo comunicacional y cognitivo, que ahora ya es parte integral de nuestras vidas. Hoy en día, la capacidad de manipular, adoctrinar, y hacer propaganda ideológica de lo que se quiera está al alcance de la mano. Lo que antes era una herramienta privilegiada de una/os poca/os, ahora es una herramienta disponible para cualquiera.

Es por esto que estar en conocimiento de todo lo que está ocurriendo en el contexto educacional general, y en los contextos de procesos de enseñanza aprendizaje particulares, y en especial en lo que refiere al desarrollo de las neurociencias, son temas fundamentales en el diseño del modelo educativo de la EcoEscuela Científico y Ambiental y que se manifiestan en todas las aristas que nuestro modelo de educativo propone.